Recordé, en una fracción de segundo, todas las mañanas en las que me he levantado temprano para ir al colegio. Las mañanas de mi época de 
estudiante y las de mi era de profesor. Se me vinieron imágenes de niño cuando empecé a preparme solo el desayuno antes de partir a la Escuela 80 e imágenes de joven universitario cuando bajaba de Caleta Abarca y enfilaba por la calle Álvarez derechito hasta el Pasaje Valle donde estaba imponente al fondo el Castillo de la Historia. Pero, sobre todo, se me vinieron a la cabeza esas mañanas frías -y a veces lluviosas- que me llevaron hasta las salas de Requínoa, Codegua, Machalí y Graneros. En un abrir y cerrar de ojo, como un torrente, ví todas las calles que he cruzado, las micros, los colectivos... Ví un montón de plazas,edificios por donde se filtraba el sol, como un niño jugando a las escondidas, ví los negocios en donde alguna vez más de algo compré para llevar a casa, ví casas y paisajes que se sonreían al verme pasar, así como diciéndome "buenos días".
estudiante y las de mi era de profesor. Se me vinieron imágenes de niño cuando empecé a preparme solo el desayuno antes de partir a la Escuela 80 e imágenes de joven universitario cuando bajaba de Caleta Abarca y enfilaba por la calle Álvarez derechito hasta el Pasaje Valle donde estaba imponente al fondo el Castillo de la Historia. Pero, sobre todo, se me vinieron a la cabeza esas mañanas frías -y a veces lluviosas- que me llevaron hasta las salas de Requínoa, Codegua, Machalí y Graneros. En un abrir y cerrar de ojo, como un torrente, ví todas las calles que he cruzado, las micros, los colectivos... Ví un montón de plazas,edificios por donde se filtraba el sol, como un niño jugando a las escondidas, ví los negocios en donde alguna vez más de algo compré para llevar a casa, ví casas y paisajes que se sonreían al verme pasar, así como diciéndome "buenos días". Recordé también una mañana de viernes del año pasado. Estaba todo el suelo con agua porque había llovido varios días. Fue en un día de nuestros inviernos más torridos. Tuve que ir a dejar al Pascal a su escuela. Nos fuimos corriendo porque íbamos atrasados. Le dije que se portara bien y que pusiera atención. Nos dimos la mano, así con harta parafernalia como lo hacen los chicos más grandes, y me fui raudo a Graneros.
2 comentarios:
Ese frío amanecer es el mismo que me trae quizas el mismo tipo de nostalgias. Me hiciste recordar cronista mis mañanas, aquellas en que mi mamá me arropaba con bufanda, gorro y cola-cao, aquellas de efemérides y sobre-militarismo en un país con dictadura y aquellas en vías al instituto de Historia, donde de 8:15 a 9:45 terminaba de despertar con la Sra Cobos y Baldomero Estrada, con quienes no aprendi NADA, sorry, pero es de las clases que me acuerdo de quella hora. Salut! Cronista!!!!
A veces miro ese castillo y me habria gustado estar ahi en esa época, aunque quien sabe si mi pololo (don medina) me hubiese pescado... Yo pense que te habias puesto "Cronista de la O". Es que sabes, yo en algun sentido soy cronista, pero de la "O", ahora llamada vilmente 612, una micro a la que subi durante 4 años de mi enseñanza media, y seis, hasta ahora, de universidad. Aun no termino. Quiza algun dia les contare las mil y un peripecias que he tenido en esa micro.
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