Después, cuando era universitario, las vacaciones del invierno era venir a Rancagua un rato a descansar y regalonear. Recuerdo estar un día en la plaza con mis amigos: eran como las 3 y media, había un cielo azul y un sol radiante, pero apenas 1° C. Con guantes, gorro y bufanda, saltaba de un lado a otro para darme algo de calor. Era muy helado. Sólo el deseo grande de andar hueviando me hacía andar en la calle.
Se supone que hoy salí de vacaciones. Tuvimos Evaluación Institucional toda la mañana; la reflexionamos con mi amigo-colega-jefe Victor Grogg. Terminamos con un rico almuerzo y una buena sobremesa. Sin embargo, hace rato que debo trabajar uno o dos días de la primera semana de vacaciones; terminar esas cuestiones administrativas que tanto me gustan hacer... mejor... mejor... no hablar de ciertas cosas...
Después, solo después, voy a disfrutar a concho mis días libres.
El lunes pasado con mi curso, el 8° Básico hicimos el Acto Cívico. El tema central era el Natalicio de Pablo Neruda. Por eso, busqué en mi biblioteca los libros del poeta y recordé que hace unos años empecé un proyecto: una Agenda de Neruda (tipo la del Pascal). Con creaciones propias, textos de don Pablo, otros donde se haga referencia al maestro, estudios, noticias, cuentos, novelas, todo lo que nos conduzca hacia su imagen, poética o terrenal.
Pero, tras el terremoto del 27/F lo había abandonado. Estaba ahí: lo volví a releer y me gustó. Así que decidí rápidamente retomar esta idea. Así como este blog. Ambas cosas me bajan los niveles de frustración de ser un escritor famoso. Pero sobre todo, creo que en 10, 20 o 30 años más, me sentiré contento, orgulloso de mí mismo.
Lo dije: estos cabros se quedaron en la Historia del deporte nacional. ¡¡¡son unos cracks!!!, ¡¡¡son BICAMPEONES de América!!! Ahora, hay que llegar a Rusia 2018.
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